En 1889 el Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional, que tuvo lugar en Francia, instituyó el 1 de Mayo como el Día Internacional del/la Trabajador y Trabajadora en homenaje y reivindicando a los “Mártires de Chicago”. Compañeros sindicalistas que fueron ejecutados y puestos en prisión en Estados Unidos por tomar parte en las luchas por la jornada laboral de ocho horas, en mayo de 1886. ¿Qué más justo que pedir una jornada laboral acorde y condiciones de trabajo saludables?
Más de 120 años pasaron desde entonces y los/as trabajadores/as seguimos luchando por las mismas cosas: un empleo que nos permita vivir, con jornadas razonables no, por ejemplo, como las de los hospitalarios que para poder pagar las cuentas deben trabajar durante 16 horas o más. Condiciones de vida saludables implica salarios acordes, protección laboral, una obra social que funcione; elementos tales que nos permitan trabajar saludablemente y no dejar la salud y la vida en el trabajo, desgastándonos, exprimiéndonos en la labor cotidiana.
Frente a esta situación los gobiernos sólo miran y no ven. “Se hace lo que se puede”, se dice, y no se puede hacer mucho, o mejor, no se quiere hacer mucho en beneficio de la clase trabajadora. Las respuestas del gobierno van desde la indiferencia hacia las luchas, hasta el hostigamiento, la persecución y la muerte de dirigentes sociales. Porque, es cierto, hoy no nos cuelgan en una plaza pública, pero existió un 19 y 20 de diciembre con 39 muertes y en esta Patagonia la fuerza de seguridad dependiente del Estado fusiló a Carlos Fuentealba. Además de la más brutal violencia los gobiernos han encontrado modos más democráticos y transparentes de ahorcar a la clase trabajadora, con la flexibilización laboral por ejemplo.
Desde la Asociación Trabajadores del Estado de Río Negro saludamos a los/as compañeros/as que frente a este escenario de muerte insisten, resisten y avanzan con propuestas para construir un país más justo. Recordar es pasar nuevamente por el corazón. Por eso recordamos a los compañeros mártires de Chicago, su valentía, su coraje, su natural miedo y, junto a ellos, a los 30.000 compañeros y compañeras desaparecidos en la última dictadura militar, a los 39 mártires y víctimas de diciembre de 2001, a Teresa Rodríguez, a Carlos Fuentealba, y a los millones que actualmente viven y padecen vergonzosas condiciones de trabajo. Y no podemos hacer otra cosa que luchar y seguir luchando por cambiar esta realidad.
Prensa ATE Rio Negro
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